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Anticuerpos monoclonales (como el rituximab): Son proteínas diseñadas para interferir con partes específicas del sistema inmunológico. Se usan en tratamientos contra ciertos tipos de cáncer y enfermedades autoinmunes.
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Agonistas de la mTOR (como el sirolimus): Bloquean una proteína llamada mTOR que es crucial para la proliferación celular. Se utilizan principalmente en pacientes trasplantados.
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Fármacos quimioterápicos (como la azatioprina y el metotrexato): Estos medicamentos inhiben la proliferación de células inmunológicas, reduciendo la actividad del sistema inmunológico.