La cirugía de la glándula parótida constituye un verdadero desafío para el cirujano que la debe llevar a cabo, por varias razones. Están asociadas al paciente; al que hace el diagnóstico como el médico clínico; al que debe extirpar la lesión como el cirujano; y, por último, al que debe confirmar el diagnóstico histológico de la lesión o sea el anatomopatólogo. Los pacientes conocen la importancia de la cirugía de la glándula parótida a través de su estrecha relación con el nervio facial y la posible complicación de la lesión del mismo y su terrible secuela facial estética y funcional.